De vez en cuando aparece en escena una persona a la que hay que escuchar; es obligatorio prestarle atención y, aunque no quieras, te quedas ahí escuchando sin poder despegarte.
El pasado miércoles apareció una de esas personas: el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud. Le avala su larga trayectoria de sentencias a menores, pensadas en la reeducación y la reinserción. Habló de muchas cosas, alguna de ellas muy preocupantes como que están aumentando de forma alarmante las denuncias de padres a sus hijos por agresión, las denuncias de chicas adolescentes hacia sus novios por violencia de género, los delitos relacionados con internet y grabación con el móvil...
Planteó un panorama bastante desolador, pero dio una receta: mucho amor hacia los niños y niñas pero siempre poniendo límites y normas claras. Mejor hacerlo desde el principio para no tener que arrepentirnos porque como dijo el juez, por las noches, en los centros de menores cuando apagan las luces, lo que se escucha son los llantos de niños en la soledad de su celda.Decálogo para formar un delincuente