Un camino de polvo ha acompañado mis últimos pasos hacia la casa de mi abuelo. Sentir sus ojos empequeñecidos por el sol, con una gota de alegría, ha sido lo que buscaba en mi visita sorpresa.
El pueblo, pequeño. Las calles estrechas y descuidadas, la plaza, vacía. Sin ruidos.
He vuelto a aquellas tardes de verano, con el río y la bici como grandes aliados y los campos de trigo esperando ser cosechados. Me he sentido feliz viendo feliz a mi abuelo. Escuchando sus historias, viendo viejas fotos, descubriendo grandes tesoros en armarios olvidados...
Pero he visto la casa vieja, el suelo arañado, la cocina afeada por el tiempo, las flores marchitas en las ventanas...
Y he visto la tristeza en sus ojos. Porque ahora está solo, porque sólo le quedan sus recuerdos, porque el pueblo poco a poco se niebla, se cierra, se acaba, se muere...
¡Menudo día ayer mas bien aprovechado! Tu abuelo super feliz, seguro y ahora con muchos más recursos para contarlo todavía mucho mejor (ya se nota. Que dos horas mas bien aprovechadas). Por aquí nos seguimos encontrando, también.
ResponderEliminar